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Ya en la portada se aprecia la importancia del simbolismo en este cómic. La eterna lucha de la cristiandad contra el islam. La composisión recuerda a esa icónica página del 300, de Frank Miller, donde los espartanos despeñan a los persas en las Termópilas. |
Como aficionado al cómic, siempre me precio de ser alguien que está al tanto de la actualidad comiquera en España. En el sentido divulgativo, puedo decir que nuestro país tiene poco que envidiar en cuanto a la difusión del noveno arte se refiere. A un sólo clic tenemos acceso a infinidad de podcast, canales de Youtube, páginas especializadas, y artículos llevados a cabo por auténticas eminencias y aficionados al cómic, que desgranan el medio con una precisión enciclopédica.
Tras tanto tiempo sin escribir un artículo en este blog, ha tenido que caer a mis manos una obra totalmente desconocida, y que en opinión de éste que escribe, ha pasado injustamente sin pena ni gloria. Esto lo comento tras ver el poco o nulo resultado que he encontrado en los ya mencionados canales especializados, y el escaso número de usuarios y reseñas habilitadas en Whakoom.
Valga esta entrada, en este humilde rincón de internet, para poner en valor lo que para mí ha sido toda una OBRA MAESTRA DEL CÓMIC ESPAÑOL. Así en mayúsculas.
HABLEMOS DE "TEBEOS".
El cómic español siempre ha tenido sus peculiaridades. En general podemos decir que nuestros «tebeos» históricamente se han categorizado en dos temáticas muy concretas.
- El tebeo de humor: Donde auténticos titanes como Francisco Ibáñez, Escobar, o el Gran Vázquez, reflejaban de forma satírica y extremadamente ingeniosa cómo se veía la sociedad española de aquel entonces, teniendo que hacer uso de un ingenio exquisito para sortear las limitaciones impuestas por la censura de la dictadura. De esta forma, tebeos como los inmortales «Mortadelo y Filemón», «Zipi y Zape», o «Anacleto: Agente secreto», enseñaron a leer a generaciones enteras de españoles.
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Varias generaciones de españoles aprendieron a leer con estas historias. Entrañables eran las firmas de Ibáñez, donde se podían ver a los abuelos, hijos y nietos, cada uno con su ejemplar para obtener la firma del maestro. |
- El tebeo histórico: El cariz de la dictadura llevaba consigo la exaltación de los símbolos y gestas de España para engrandecer así el orgullo nacional. Esto acabó llegando a la temática de los tebeos, dando así personajes un tanto olvidados hoy en día, pero muy populares en esa época. «El Capitán Trueno», «El Guerrero del Antifaz», o «El Jabato» fueron sus máximos exponentes. No eran historias reales, y los héroes totalmente ficticios; pero estaban imbuidos por el tamiz legendario de La Reconquista de los antiguos cristianos a los moros -donde El Cid fue el héroe por excelencia dentro de ese ideario nacional-, o la bravura de los antiguos pueblos ibéricos luchando valientemente contra el invasor romano.
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El arquetipo de héroe para el lector español de la época. El guerrero valiente y leal que ha de hacerse a las armas para luchar contra sus enemigos, y combatir las injusticias. |
Así también, tebeos de guerra como el «Hazañas Bélicas» ampliaban la temática del tebeo histórico español, a unas páginas con soldados actuales, con tanques, armamento, y contexto situados más en el siglo XX, cuando se editaban estas historias.
Una vez dejada atrás la dictadura -y con ella valores tan asociados a la misma como patriotismo, orgullo nacional, gestas y héroes españoles, etc; que quedaron caducos y cayeron en el olvido, cuando no directamente vilipendiados-, y la amplitud del mercado del tebeo español a obras extranjeras por parte de nuevas editoriales como "
Vértice", que trajo a España las primeras historias de Marvel, el tebeo de humor español pudo proseguir a trancas y barrancas de la mano de «Mortadelo y Filemón» -cuyo autor murió con el lápiz en la mano, dejando una última obra
inconclusa.
No pudo decir lo mismo el tebeo histórico español, el cual acabó en el más absoluto de los olvidos.
CASCABORRA EDITORIAL. EL RESURGIR DEL CÓMIC HISTÓRICO ESPAÑOL
Como bien dicen en su
web:
"Creada a finales del 2016, Cascaborra Ediciones ha focalizado su actividad en la edición y distribución de cómic de historia de España, donde había un gran vacío de ofertas. Confiando en autores e ilustradores patrios, la meta es conseguir una colección de títulos que entretengan al lector sin dejar de lado la parte didáctica".
Es decir, en España, un país donde el fútbol y las
terrazas son los reyes indiscutibles, y que no es especialmente lector (¿cuántos de vosotros leéis regularmente? ¿Y de vuestro círculo más cercano a quién conocéis que lo sean?).
Donde de los pocos lectores que hay, el nicho del tebeo no es el más numeroso. Y dentro del sector del tebeo, la temática que arrasa es el manga, no los superhéroes. No hablemos ya de cómic histórico español...
En este panorama surge esta pequeña editorial para combatir contra molinos de viento con forma de gigantes. Centrada únicamente en cómic histórico español, con autores nacionales. Dando además la posibilidad de publicar a autores noveles, pero donde también han participado grandes autores e historiadores como «El Torres», «Alber Vázquez», o «Rafael Jiménez».
LA BATALLA DE SIMANCAS. EL CÓMIC QUE ME ELIGIÓ
Voy a ser muy honesto. Con tantísima oferta que hay actualmente para los aficionados a las viñetas, un cómic que yo acabe comprando debe tener dos cosas: Una historia que me interese, y un dibujo que me seduzca.
Como dibujante que soy -además de lector- si un cómic no tiene un dibujo que me resulte exquisito, es raro que me haga con él. Y si lo hago, es porque he leído tantas buenas reseñas, o me han hablado tan bien de él, que me acaba picando la curiosidad.
Con éste «La Batalla de Simancas», tuve la impresión de que no era yo quién estaba escogiendo el cómic, sino que era la obra quién me estaba escogiendo a mí. (Perdonad la cursilería).
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El dibujante «Raúlo Cáceres» juega con la composición de página y se aleja de formalidades y convencionalismos. Creando azulejos de estilo árabe para construir sus viñetas. |
La historia que se nos narra en este cómic es verídica, y ocurrió durante el proceso histórico que hemos llamado «Reconquista». Cualquier interesado puede buscar en Google lo que fue la batalla de Simancas, no obstante, esta es la sinopsis del propio cómic:
"El día se hizo noche y el cielo se oscureció. Los hombres rezaron a su Dios y el miedo les heló el alma. Cada bando tomó el eclipse como un mal presagio. Así comenzó la batalla de Simancas, que enfrentaría a la coalición cristiana, bajo el mando de Ramiro II, y al todopoderoso califa Abderramán II, que dirigía un ejército de más de cien mil hombres. Una batalla que decidiría la existencia de los reinos del norte en la península".
La escritura de Rafael Jiménez, a la hora de narrarnos hechos históricos, y con un margen limitado para la creatividad y la ficción, es bastante eficaz. No es necesario ser un erudito en historia para disfrutar el tebeo. Incluso los pasajes donde los cronistas de ambos bandos redactan el transcurrir de la batalla -usando expresiones en castellano antiguo- se sienten como una herramienta que ayuda, aún más si cabe, a la inmersión con la historia.
Una gran labor del guionista sevillano, que sabe cómo hay que trabajar, destila amor por el medio, y trata al lector sin mojigatería. En un tiempo de ser políticamente correcto, y donde a los adultos se nos trata como si fuésemos niños pequeños a los que no hay que traumar, es algo que agradezco.
UN APARTADO VISUAL IMPRESIONANTE
Mi debilidad con este cómic ha sido la factura de su dibujo. El dibujante Raúlo Cáceres se ha tomado su tiempo en hacer de cada página, y de cada viñeta, una obra de arte que funciona por sí misma.
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La composición de esta página juega en la misma liga de campeones que el maestro italiano Sergio Toppi. |
Tal y como escribí en mi reseña de
Whakoom, mientras disfrutaba de cada página tenía la impresión de estar viendo por momentos a
maestros del cómic como «
Will Eisner», por esa forma de hacer que los elementos del dibujo (humo de velas, túnicas, ramas de árboles, etc) sean los marcos de las propias viñetas; «
James O'Barr», por esa maestría en el uso del blanco y negro; «
Stephen Bissette», por su extraordinario y cuidado uso de la línea; o «
Barry W. Smith», por esa necesidad de no dejar un solo espacio en blanco y cubrirlo todo de detalles.
Pues no. Ha sido un autor español, y su nombre es Raúlo Cáceres.
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La experimentación en este cómic no sólo no lastra la lectura, sino que la convierte en una experiencia única. En esta página, el cauce del río, o la misma espada de Abderramán crean las viñetas. |
El uso incesante de tramas -crear masas y texturas mediante la combinación de rayitas-. El contraste tan intenso del blanco y negro de las tintas. La extraordinaria expresividad de las caras de los combatientes, puedes percibir su miedo, su ira, su alegría... Como dibujante y lector pienso que este cómic habría perdido impacto de haber hecho uso del color.
De hecho, puedo decir que éste cómic tiene como mínimo dos lecturas. Una, para disfrutar de la historia en sí, y otra, para detenerte a contemplar los dibujos, y perderte en los detalles.
Para muestra, una doble splash page que para mí resume el cómic. Esta página podría ser todo el cómic. El soldado cristiano sudando por el miedo, rezando el padre nuestro en latín, mientras espera la acometida de los moros, a quienes podemos ver reflejados en toda su fiereza en el escudo metálico. De lo mejor que he visto jamás dibujado en un tebeo, maldita sea.
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Puedo afirmar, y así lo hago, que esta doble página es una obra maestra de la historia del cómic. |
CONCLUSIONES FINALES
Creo que ha quedado suficientemente de manifiesto mi admiración por este tebeo, y mi reconocimiento a sus autores. Es por eso que me da especial rabia que no haya tenido la repercusión que se merece, porque ya quisieran otros cómics que sí se venden como churros tener la mitad de la calidad que nos ofrece este "La Batalla de Simancas".
Sirva también para poner en valor la historia de España, a la que no le faltan altavoces para esparcir sus cosas malas -que las tuvo, como toda nación-, pero a la que le cuesta horrores mostrar las buenas -que también las tiene, y de las que cualquiera que lea un poco de historia puede sentirse orgulloso-. En ese sentido, la labor de pequeños reductos como Cascaborra Editorial es encomiable.
LO MEJOR:
- Que una editorial pequeña tenga la valentía de darnos joyas como esta.
- La edición de tapa dura es perfecta y está muy cuidada.
- Rafael Jiménez consigue que la historia sea disfrutable para cualquier tipo de lector.
- Se me acaban los calificativos para el dibujo de Raúlo Cáceres.
- Es tebeo nacional. Esta obra maestra la hemos hecho nosotros, no nos la han traído de fuera.
LO PEOR:
- Quizás un texto introductorio, a modo de prefacio que explique de forma general qué fue la «Reconquista» hubiese sido la guinda perfecta para un tebeo así.
- Que no todos los cómics de Cascaborra tengan esta calidad artística.
Hasta el siguiente artículo. Salud, y leed cómics!
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(Todas las imágenes mostradas en este artículo pertenecen única y exclusivamente a su editorial y a sus respectivos autores. Su uso en esta página es meramente divulgativo)
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